martes, 9 de febrero de 2016

EL COMPAÑERO ENRIQUE REPITE EN IKTUS………..

Muy buenas amigos de Snowman Carpfishing, estamos de vuelta para mostraros alguna sesión de pesca de los miembros del club, para esta ocasión nos trasladamos fuera del territorio español donde nuestros amigos Enrique y su sobrino Paco disfrutaron de una jornada de pesca en el archiconocido lago de Iktus, paraje idílico y de gran belleza del que ya pudieron  ser testigos un año atrás, un maravilloso lugar en el que poder tentar a múltiples y variadas especies de muy buen porte  y que es sin duda lo que lo convierte en el principal reclamo del lugar. Una vez más, nuestros compañeros reservaron el puesto Vip que cuenta con una serie de comodidades que se agradecen enormemente cuando hay que pasar tantas horas a pie de orilla. Con el calendario marcado en rojo señalando el día X, el entusiasmo por la cercanía de la jornada de pesca era palpable los días previos de acometer la aventura, como todo llega cuando quisieron acordar los meses se habían convertido en días y los días en horas y así pusieron rumbo al lugar con la ilusión de un niño y la batería de la cámara en plenitud de facultades con la intención de agotar la capacidad de la tarjeta de memoria a base de instantáneas con buenos y grandes ejemplares. Tras preparar a consciencia el cebo a emplear en la sesión y demás parafernalia que nos acompaña en cada salida, tocaba arrancar motores y tomarse con humor el grueso de kilómetros que los separaban del lago, como sarna con gusto no pica tal hecho no suponía problema alguno y así damos el pistoletazo de salida a la semana en Iktus, cuando nuestros amigos bajaban del coche, tomaban aire y se deleitaban con las vistas.   

La anterior visita al lago estuvo marcada con el mal tiempo, refrescamos que la semana estuvo repleta de lluvia y más lluvia y la sensación era que cada minuto que pasaba la cosa iba a peor, tal era el panorama que de hecho les fue imposible montar los equipos de pesca ante el literal aluvión de agua que tenían encima, la cosa no solamente quedaba ahí, por si fuera poco la molestia del agua, el tremendo aire que envolvía el lugar limitaba mucho la situación como por ejemplo la maniobrabilidad a la hora de meter líneas con el barco cebador o la barca. Llegados a este punto está más que claro que no son las condiciones deseadas, y más en casos así donde hay de por medio un gran esfuerzo propio y económico. Con todo ello cavilando en la cabeza, se produjo una especie de Déjà vu  cuando después de intercambiar impresiones con los pescadores de la zona las noticias no eran nada positivas y se tornaban desalentadoras. Ahora no había lluvia ni mal tiempo  pero la inactividad del pez en los días anteriores marcaba los corrillos de la zona, los puestos cercanos contaban su sesión con un doloroso nulo en su casillero de capturas, parecía de un mal fario desmoralizador que se pudiese vivir una nueva jornada de pesca bajo condiciones desfavorables. Sin tiempo para el lamento, tocaba amoldarse a lo que estaba aconteciendo y dejarse todo en pro de obtener el máximo provecho de la situación. Pintaba el panorama que una vez más tocaría remar a contracorriente, pero un Snowman no se arruga fácilmente y se dará mejor o peor pero no será por dejar de intentarlo.
Después del momentáneo bajón tras conocer la nula actividad del pez tocaba bajar todos los trastos del coche y montar equipos con la mayor celeridad posible para tener cuanto antes las cañas en el agua persiguiendo un golpe de suerte y que la situación diera algo de tregua y se animase un poco la cosa. Como cebos de anzuelo cada uno escogió aquellos a los que más cariño tiene, ocupando un lugar destacado y para no variar los cebos caseros del amigo Enrique que con tanto celo y mimo ya había preparado días antes, cebos 100 x 100 naturales y que nos consta de buena tinta que sin ser milagrosos ni dar capturas siempre, tienen un alto índice que acierto. El lugar rezumaba calma por los cuatro costados, ni la más mínima noticia de peces, la sonda de la barca y del barco cebador marcaban un gris desolador, como no había ni un rastro de vida debajo del agua se cebó muy ligeramente a pesar de contar con gran acopio de semilla preparada, pero tal inactividad no recomendaba pasarse con el cebado y empeorar más si cabe la situación. Como una exhalación se difumino el primer día en el lago sin haber podido mojar la moqueta y con sentimientos contradictorios, al menos se podía disfrutar de sabrosos guisos de la buena mano culinaria de Enrique y como aún quedaban muchas horas en el charco quedaba la esperanza de que sonase la flauta.


Amanecía un nuevo día y se esperaba que con ello algo cambiase, por desgracia el devenir de las horas no apoyaba tal deseo. A pesar de seguir sondeando a consciencia el puesto, de mudar posturas, de probar montajes y cebos nuevos y de pensar y repensar, pasó el segundo día de pesca y lo único reseñable fue un ligerísimo toque en una caña de Enrique que apenas saco hilo del carrete y dio para un susurro de la alarma, demasiado poco para el tiempo que llevaban las cañas en el agua y las expectativas creadas antes de llegar la lago, aún restaban muchos días pero la diosa fortuna no estaba del lado de nuestros compañeros. Si resultaba malo y tornaba en impotencia total llevar dos días sin rascar bola, no se imaginaban nuestros amigos que sumarían dos días más con la misma tónica, otras cuarenta y ocho horas sin ver un mísero salto en el agua o a algún compañero esquivando el bolo, tan solo podemos mencionar una picada a las tres de la madrugada que no llegó a buen puerto pues la captura logró zafarse al irse el nudo de la línea madre y perder el montaje, si ya de por sí la situación era complicada encima se sumaban estos golpes de mala suerte, definitivamente la cosa pintaba bastos y se encendían todas las alarmas.


Llegaba el quinto día en el charco y ni por asomo lo imaginado semanas atrás en plena preparación de la jornada de pesca podía dilucidar un panorama tan pobre, la situación se mantenía prácticamente inalterable en el resto de puestos, de hecho algunos pescadores entraron en el desánimo y la desgana y como consecuencia comenzaron a recoger los equipos para emprender antes de lo previsto el viaje de vuelta a casa o bien para mudarse al lago pequeño, el lago de los esturiones, lo que era una clara evidencia que la situación no era ni la idónea ni la deseable por todos. Jeremy consciente de la situación y muy pendiente y atento visitaba con asiduidad a nuestros amigos y en varias ocasiones les invitó a mudarse al lago pequeño donde había varios puestos libres, a pesar de tener la moral por los suelos fruto de la inactividad en el lago principal, nuestros compañeros declinaron la invitación, habían venido a intentar pescar en el lago grande y se mantendrían en sus treces por muy pobre bagaje que se llevase. En ese momento se quedarían solos en el lago y sería así hasta su último día de reserva pues una última pareja que aún resistía el duro azote de la incomparecencia de los vertebrados acuáticos, estaba terminando de recoger para irse al arrojar la toalla finalmente, el resto ya se había ido un día antes. Con tremendo panorama pasaron las horas y el sol se escondió dando paso al oscuro manto de la noche, se había cambiado de cebo y alguna que otra modificación sin demasiadas esperanzas en tener éxito.

La noche pasó entre ligeros toques en una de las cañas de Paco cuando de repente se produjo lo que tanto se estaba añorando y que parecía inviable en esta sesión, a eso de las ocho y cuarto de la mañana una de las alarmas avisaba de la presencia de una picada mediante tres toques consecutivos, Paco recostado aún en la bedchair brincó cual saltamontes para aproximarse a su trípode, en ese instante tuvo lugar un nuevo toque y procedió a clavar la picada buscando inaugurar el marcador y apuntarse la primera captura de la sesión. El pez se mostró algo timorato al comienzo de la lucha y la cosa apuntaba a una pieza de pequeño porte, nada más lejos de la realidad y quedo refrendado segundos más tardes cuando Enrique tuvo que incorporarse de la cama apresuradamente ante la voz de alerta de su sobrino que le transmitía que tras la línea venía una pieza de envergadura. Se montaron en la barca para cobrarse la pieza y dio comienzo una increíble lucha y frenéticas huidas que se prolongó en el tiempo nada más y nada menos que una hora y veinte minutos, el animal mostraba una bravía digna de mención y se llevaba la barca, fueron volando los minutos y parecía no inmutarse, ¡que energía!, tuvieron que pasar algo más de cuarenta y cinco minutos para lograr ver la pieza, a unos tres metros de profundidad emergió del agua el contorno de un gran esturión que aceleró notable el palpitar de nuestros amigos, tocaba mantener la calma y serenidad para llevar la captura a buen puerto y no perderla por alguna maniobra brusca. Un gran tesón y batalla hizo vivir unos instantes expectantes con la enorme satisfacción de obtener la recompensa de hacerse con tan fabulosa captura. La emoción y alegría se palpaba en el ambiente y no era para menos, después de días duros y casi haber perdido la fe la caprichosa fortuna planteó un giro radical a la situación y ofreció a nuestros amigos la posibilidad de salabrar a un magnifico ejemplar. Como no entraba en la sacadera y no se pudo subir a la barca tocó llevarlo hasta la orilla como buenamente se pudo y después de que el animal estuviera más relajado fruto de haberse vaciado en tan apasionante contienda. El animal con metro en mano dio ciento ochenta y ocho centímetros de puro músculo y potencia, ¡era una mala bestia!, no pudo ser pesado y Jeremy que enseguida se personó en el puesto vaticinó unos sesenta kilogramos de peso, la verdad es que era lo de menos, la pieza era increíble y por cómo se estaba desarrollando la sesión ni con los pensamientos más positivos se podía uno imaginar algo así, un boilie casero de pescado y la buena mano de nuestros amigos dieron con unas fotografías de ensueño, ¡enhorabuena chicos!.


Con la dosis de moral que suponía tener entre las manos a semejante captura, insufló energía extra en nuestros compañeros para darlo todos las horas que le restaban para dar por concluida la sesión. Con la moqueta aún empapada y la sonrisa de oreja a oreja cual Jocker recibían otra buena notica, una de las alarmas de Enrique comenzó a sonar, lo hizo mediante tímidos golpes en el tensor, nuestro amigo procedió a clavar la picada y dudaba entre si traía solamente el plomo o una tortuga, la pieza se cobró rápidamente por la mínima oposición que ofreció, finalmente se trataba de un pequeño ejemplar que llegó en perfecto estado hasta la moqueta, una preciosa brema de tres kilos y medio engañada con otra bola casera. Fotografiada y devuelta al agua tocaba reponer el cebo de anzuelo pues en el montaje no vino ni el tope y de nuevo al agua para perder el menor tiempo posible. Se lanzó al agua el montaje acompañado de una malla de pva y se esparcieron por la zona unas bolas de engodo desde la barca pues el barco cebador  sufrió un problema técnico como guinda a esta fastidiosa semana que se enderezaba en la recta final. La actividad de este penúltimo día no tenía nada que ver con los días pasados, en poco tiempo se contaba con dos capturas fuera del agua y varias más que se produjeron a lo largo del día pero que se fueron al limbo por diferentes motivos, pero que ya suponía algo más que los primeros días.


 En uno de los momentos donde se intentaba uno entretener de la mejor forma posible Paco probo suerte con unos lances en busca de algún lucio de buen tamaño, tras un buen rato sin noticias de los peces y cuando estaba a punto de recoger la caña y reponer fuerzas bebiéndose una fresquita, en unos de los últimos lances la monera salió cara y se pudo fotografías con uno de estos ejemplares, uno más para el casillero de capturas. El día transcurrió muy tranquilo y sin noticias nuevas aunque la esperanza siempre estaría viva mientras quedase alguna caña en el agua. Para celebrar haber enderezado algo el rumbo de un navío que apuntaba a la deriva total, nuestros amigos se marcaron un homenaje y se deleitaron con una sabrosa mariscada que se metieron entre pecho y espalda, ¡esto es penar y no lo de los que están en la vendimia!. Aunque para ser sinceros un Snowman se lleva más disgustos en el terreno acuático que en el culinario.


Con todo ello y con las espadas en todo lo alto llegábamos a las últimas veinte cuatro horas en el lago, el día amanecía con ciertos saltos en el agua y la sonda marcaba peces cuando se cambiaron las cañas a primera hora, después de disfrutar de un café y una amena charla a eso de las once y media de la mañana se produciría la que a postre se convertiría en la última captura de la sesión que pudo cobrarse, a lo largo de la noche y amanecer del día siguiente en pleno proceso de recogida hubo algún que otro tímido toque pero ninguno se arrancó en condiciones. Era pues el momento de pelear con un nuevo ejemplar del lago, Enrique era el afortunado pescador que tenía ante sí la oportunidad de aumentar el número de capturas, la forma de sacar hilo del carrete apuntaba a que tras la línea venía prendido del anzuelo una pieza de buen tamaño y no podía uno permitirse el perderla, con paciencia y buena mano el animal fue cediendo terreno y aproximándose a las inmediaciones, tras unos minutos de una hermosa lucha se produjo un enganchón de la línea, nuestros amigos decidieron coger la barca e intentar desenganchar el hilo. Al aproximarse a ella a unos escasos dos metros de profundidad parecía que el animal se había atrancado con una piedra y se trataba de un esturión por la silueta que se dibujaba en el agua, tras varios intentos de Paco manejando la barca y Enrique maniobrando con la caña, finalmente hubo suerte y se pudo llevar hasta la orilla un precioso y esbelto ejemplar de esturión de casi veintiún kilogramos de peso tras soltarse el hilo de la piedra que conllevó gran alegría y satisfacción a Enrique. El animal había sucumbido a otra bola casera acompañada de un flotante, en esta ocasión habían sido las ganadoras de la sesión pues las comerciales que se utilizaron en la jornada no tuvieron fortuna. Con el lógico y entendible subidón del momento las penurias se llevan mejor y uno afronta la noche con mejor cara y ánimo, nuestros compañeros durmieron prácticamente del tirón, pocas picadas y todas fallidas, son cosas que pasan y no siempre puede darse todo de color de rosa.

Por todo ello y asumiendo que habían peleado al máximo sin dejar ni un solo instante de intentarlo, emprendieron el viaje de vuelta a casa con cierta satisfacción y sabedores que hay jornadas buenas y malas y cuando no está la cosa por la labor no hay forma de hacer nada, solo queda el deseo y la ilusión de volver a intentarlo en la próxima incursión al charco y desquitarse tras una mala sesión de pesca. Acaba aquí una semana con menos peces de los deseados pero donde habían logrado salvar un Match-Ball frente a una situación que pintaba con otro desenlace muy diferente pues la losa era de categoría, así que era el momento de valorar la parte positiva y tener el zurrón plagado de chascarrillos que no dejan de ser la salsa que ameniza noches en la orilla junto a los amigos. Por lo demás tan pronto como pueda nuestros compañero Enrique buscará resarcirse en una tercera visita al lago donde imaginamos que rezará muy mucho para pedir clemencia e indulgencia y gritar aquello de ¡a la tercera va la vencida!. Mientras ese momento llega aprovecho para agradecerles el material fotográfico y las pertinentes explicaciones para facilitar el poder situarnos en lo vivido lo más fielmente posible y que como siempre hemos intentado trasmitiros de la mejor forma posible, muchas gracias a Enrique y Paco y enhorabuena por ese fenomenal esturión y por no haberlo dejado de intentar, hasta la próxima amigos de Snowman……….



Vídeo-resumen de la semana en Iktus.

No hay comentarios:

Publicar un comentario